lunes, 26 de octubre de 2009

CERO A LA IZQUIERDA

Nació varón, la vieja canción del veterano “Cuco” se hizo realidad, del vientre inocente de una niña brotó la vida materializándose en un hermoso bebé. El “neonato” llegó peleándose ferozmente en contra del mundo, talvez queriéndose desquitar con la vida por haberlo enviado al lugar equivocado o como si estuviera enterado de que en esta existencia le correspondió la parte más pequeña y más amarga de un postre en descomposición. El primer grito de aliento fue desgarrador, fue como si estuviera arrepentido de llegar a engrosar las filas de los “otros”... de los que sobran.

La madre se siente satisfecha, por haber parido a un varón. El padre un guerrero de barriada, un “superputas”, de los que abundan en los sectores deprimidos, de las grandes ciudades, brilla por su ausencia. Él, un “matasiete” con historial delictivo, irresponsable y del que nadie conoce su paradero aportó la mitad de los cromosomas del ser que acaba de llegar al mundo. Al progenitor de la criatura solo le importa ascender dentro del mundo delincuencial. En ocasiones todos creen que es un fantasma porque acosa, disfruta de las mujeres y desaparece sin dejar huellas: se hace invisible. Llega para cumplir con sus “deberes” de “varón” y nada más. Le fascina hacer sentir ante sus pobres víctimas todo el peso del poder que posee. Le encanta mandar, le fascina que sus palabras se conviertan en leyes y que nadie tan siquiera intente mirarlo a los ojos porque como una bala, como un rayo, como “flash”, el veloz de las tiras cómicas, se abalanza en contra de quien ose sostenerle la mirada. Todos le temen a las represalias del joven “fantasma”.

- Isidoro, es un buen muchacho -dice Mariela la progenitora del delincuente en ascenso- Lo que pasa es que las malas compañías lo han hecho cambiar mucho. El “chino”, sólo tiene dieciséis años y le ha tocado vivir como cincuenta. Además un “pelao” por acá, por estos lados, que más puede hacer... ¡Le toca es aprender a vivir! Así es la vida y así son las cosas por estos lados. Pero, mi hijo Julián también es buen muchacho. –anota María del Carmen la madre de la parturienta, intentando limpiar la imagen del producto de sus entrañas-.

Una mirada egoísta cierra la conversación entre las madres. Las dos mujeres conocen o creen conocer a sus hijos y no aceptan por más pruebas que se les presenten que van por caminos contrarios a las normas establecidas. Tal vez, saben que sus hijos transitan por la cuchilla de un desfiladero sin fondo, pero, ignoran o quieren ignorar las andazas de las nuevas generaciones. Cierran los ojos para borrar los errores cometidos desde que los muchachos daban las primeras señales de vida. En el pensamiento de las dos madres se esboza la vida delincuencial del hijo de la compañera de desdicha, que al frente, espera los ataques... Se estremecen, se sonrojan y continúan hablando. Tratan de ocultar la verdad y como avestruces entierran la cabeza en la arena movediza de la vida.

El silencio, tácitamente pactado, se ve interrumpido por otro grito... un grito violento, un grito aterrador. Las mujeres cambian el tema de la conversación:

- Este chino, va a ser como Isidoro, de buenos pulmones. Sí, María del Carmen es que es un Romero... Los “Romeros” son “berracos” desde la cuna. ¡Los “Romeros” se hace respetar desde la cuna!... En esos momentos entra Patty, una vecina entrometida, indagando: ¿Y qué? ¿Dónde está el papá? Los demás asistentes la interrogan intentando aplacar el morbosismo de la recién llegada: ¿Quién Isidoro?... Unos instantes de incertidumbre y empiezan a fluir las respuestas y las justificaciones... “Mamita”: yo, usted y todos sabemos que ese “man” es muy escurridizo y solo aparece cuando de sexo y de negocios “sucios” se trata. A ese “man” solo se le ha visto la sombra cuando pasa huyéndole a los “tombos”. Anota María del Carmen la progenitora de la nueva madre. Comadre, no me trate tan mal al “chino” que él no tiene la culpa –grita Mariela la abuela del recién nacido-. Ay, comadre entonces la culpa la tiene es la “pelaita” mía a la que su hijo perjudicó. Comadre... no hablemos más de la cuenta... usted y yo sabemos que por aquí no hay otro más “arrecho” que el “chino” mío. Ah..., entonces ahora debo estar contenta por el “peligrí”... por la raza... por la herencia. Sabe que comadre mejor dejemos así esta “vaina”, yo me voy, pero regreso más tarde. Yo creo que mi hijo va a aparecer dentro de muy poco... Nooo, comadre primero el hombre pisa de nuevo la luna. Ay, comadre mi “chino” tiene buenos sentimientos. ¡Uy sí, se nota María del Carmen!...

Las dos señoras son víctimas inertes de una situación muy compleja: la vida solo les ha permitido respirar y les ha proporcionado más de la dosis de sufrimiento que necesitan. Las heridas que la existencia les ha dejado son muy profundas. Las dos tienen pasados oscuros, las dos han tenido muchos fracasos con sus parejas, las dos han sido y siguen siendo golpeadas por la vida. Quizá son de aquellos seres que se han resignado al sufrimiento, de los que necesitan y buscan el dolor para la expiación de todas sus culpas. Tal vez están acostumbradas a sufrir... Quizá necesitan sufrir...

En el centro de estadística un funcionario consulta las cifras de nacimientos en los establecimientos oficiales de la ciudad, hace las anotaciones del caso en una base de datos, apaga el equipo, mira el reloj y sale raudo de la oficina.